La princesita del art world

Estoy leyendo un artículo de la edición de El País de ayer. Habla de Dasha Zhukova, esa preciosisima treinteañera moldava, gold digger, que se pasea por el mundo sonriente del brazo de Roman Abramovich, multimillonario del petróleo y dueño del Chelsea FC. Resulta que a la chica, que nunca en sus años de famosilla-novia-de había estado interesada en el Arte Contemporáneo, ahora se le va la vida en ello. Él ya es dueño de Tríptico 1976 de Francis Bacon y Benefits superviser, sleeping de Lucian Freud. Ella fue situada en uno de los primeros puestos de la lista de Art Review de las 100 figuras más influyentes en el Arte Contemporáneo. ¿Y por qué? Así, de la noche a la mañana, porque a la Dasha le da por ser patrocinadora de IRIS, miembro del Consejo de Administración de County Museum of Art de Los Ángeles y partícipe de Art.sy junto a Gagosian. Que está bien que las niñas pijas y astutas empleen su tiempo en algo más que gastarse cientos de miles de euros diarios en compras. Pero me pregunto yo si este repentino interés por el Arte Contemporáneo -no me lo pregunto en realidad, estoy casi segura- no es más que una estrategia de marketing personal. Pero que no sería tan grave si ella sólo se divirtiese y, qué se le va a hacer, aconsejase a su novio sobre que millonarias obras comprar; lo que me repatea es que a la nena, sin ningún curriculum dedicado al estudio y difusión del Arte Contemporáneo, sólo por su cara bonita, sus marcas millonarias y lo bien que trabaja por las noches, se le ofrezcan puestos increíbles dentro del art world con los que muchos ni podemos soñar y por los que muchos nos matamos a trabajar para poder llegar. Es cuando una piensa que quizás debería ahorrarse este blog, las prácticas no remuneradas y agotadoras y el dinero de carreras, másters y cursos y dedicarse a ir al gimnasio y al quirófano y a leer revistas de moda y manuales porno para saber cómo engancharlo.

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